Hace algunas décadas a los profesores de las escuelas rurales en España se les denominaba maestros.
Los maestros solían ser educadores con un fuerte componente vocacional, que conocían la realidad cotidiana del alumno, su familia, necesidades especiales, capacidades y realizaban un esfuerzo integrador entre esas realidades y la escuela, para forjar un proceso educativo eficiente y sólido. Eran otros tiempos.
Hoy los niños se encuentran en manos de profesores. La figura del maestro es algo extinto. Los profesores, están sometidos, como casi todo en nuestra sociedad moderna, a los avatares de los concursos administrativos, oposiciones, las interinidades, los traslados, los cambios de turnos, los horarios estrictos…. El resultado es una inestabilidad laboral y por ende reducción de la permeabilidad de este nuevo entorno educativo formal hacia la realidad y necesidades propias de los alumnos. Alumnos que además, en su ámbito educativo complementario aformal, ya tampoco están en manos de maestros, ni siquiera de profesores, si no de monitores. En este descenso de escala, ya el nivel de inestabilidad , permeabilidad educativa y cambio pueden alcanzar el extremo de la devaluación total. Los monitores dependen de contratos eventuales – si existen- , tiene una formación mínima, su motivación suele ser escasa, acorde con la precariedad de la labor y retribución y su integración en el esquema educativo global de nuestros hijos, en el mejor de los casos es precaria.
Esta oferta de actividad aformal, tan potencialmente interesante y valiosa como herramienta de educación complementaria, suele quedar relegada lamentablemente en muchos casos a una mera terapia ocupacional, que permite a los padres extender un poco mas su jornada laboral o rellenar, sin grandes expectativas el tiempo semanal de los niños.
Cuando un grupo de padres pusimos en marcha nuestra escuela de Judo , lo hicimos con el firme propósito de establecer una herramienta educativa complementaria del máximo nivel. Cuando pensamos en Judo lo hicimos en base a su reconocimiento como la mejor disciplina deportiva para niños , tal como reconoce UNESCO. Para llevarla a cabo buscamos el mejor y más experimentado equipo de profesionales disponible. El tiempo nos ha confirmado lo acertado de estas decisiones. Nuestra escuela de Judo tiene hoy un reconocimiento deportivo internacional, estando integrada en la federación española con todos sus privilegios y ventajas y nuestro hijos son formados por un Maestro, que además es un extraordinario profesor profesional y educador, que conoce las capacidades de cada uno, el ritmo de avance, su carácter y personalidad, necesidades específicas y como establecer la motivación necesaria en cada caso para progresar en la adquisición de conocimientos, valores y destrezas que ofrece esta valiosa disciplina japonesa.
Este trabajo profesional, sustentado ya en el profundo conocimiento de los chicos tras dos temporadas de funcionamiento, nos ha permitido integrar con éxito a niños con necesidades especiales, para los que el Judo es un excelente camino para la superación personal y la integración natural con el conjunto de sus compañeros, fomentando amistad y trabajo en equipo.
Posiblemente cuando el Maestro Jigoro Kano compiló los fundamentos del moderno Judo a partir de las sofisticadas y vetustas artes marciales y disciplina de los samurai, no lo hizo pensando en una actividad extraescolar de relleno. El Judo moderno, cuyo patrimonio de recursos didácticos ha evolucionado y avanzado muchísimo a partir de las bases sentadas por su fundador, es una disciplina educativa completa que actúa como una escuela de vida. Para ello la figura del maestro –sensei- es vital. El maestro ha de ser un persona modelo, que trasmita los valores de la disciplina y que guíe a los pequeños de manera estable por un camino de superación siempre positivo y motivante, en base a un conocimiento profundo de la realidad de cada niño y su entorno. El maestro ha de ganarse el respeto y cariño de sus alumnos que confían en el y que le conocen bien.
En base a estas reflexiones, es fácil deducir que el Judo no es una actividad que pueda ser impartida por monitores, sino que ha de estar en manos de maestros vocacionales, con una formación impecable que les reconoce como profesores a nivel internacional. Su vinculación con el grupo al que enseñan ha de ser forzosamente estable y supone un compromiso personal, ligado al concepto de honor, un aspecto de la vida de extrema importancia en Japón (y lamentablemente tan denostado por nuestras latitudes). Y esto es así ya que los alumnos, son considerados como un reflejo de su maestro.
Y el compromiso de un maestro con sus alumnos llega al extremo en nuestro caso de becar a las familias numerosas por propia iniciativa y recursos, para que nadie que realmente lo desee deba abandonar el Judo.
Tenemos por tanto la fortuna de contar con el trabajo y esfuerzo de Julián Sánchez, un gran maestro formando a nuestros hijos, que a su vez ha sido y es permanentemente formado por otro gran maestro, de prestigio y reconocimiento internacional, maestro de maestros, querido y respetado por todos sus alumnos. Me refiero al veterano Javier Sanz. Mi agradecimiento y respetos a ambos maestros por su esfuerzo y dedicación vocacional, mas allá de las exigencias profesionales, que nos ha permitido poder tener hoy una pequeña gran Escuela de Judo , con todo lo que esto implica en sentido estricto, para nuestros hijos.
Rei Sensei
Carlos Bernabéu
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